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¿Qué zapatos llevas puestos?

¿Qué zapatos llevas puestos?

Hace unos días les expliqué a mis alumnos de psicología el optimismo. Les contaba que es una a característica disposicional de personalidad que media entre los acontecimientos externos y la interpretación personal de los mismos. Quería trasmitirles que se trata de una tendencia a esperar que el futuro depare resultados favorables. Y que es una actitud que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y pundonor, observando lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir de los demás. Para profundizar en el tema hicimos un cazatesoros utilizando la página web de psicologíapositiva.com. Los trabajos presentados por los alumnos no llenaron del todo mis esxpectativas, pero dos alumnas – Sonia y Cristina- de forma voluntaria escribieron un cuento muy bonito, que relato a continuación, sin más preámbulos, para no estropearlo.

Una vez, cuando los hombres eran inocentes, existió un pequeño bosque rodeado de una frondosa y exuberante vegetación en el que habitaban unos pequeños y traviesos duendecillos que dedicaban sus horas a fabricar unos zapatos mágicos que vendían a los humanos. Pero esos pequeños duendes guardaban un pequeño truco para divertirse con los inocentes humanos.

Cada pareja de zapatos tenían un don especial. Podían conceder a su dueño la alegría de vivir y de ver todo de color o, por el contrario, podían sumir a su portador en la desesperanza y la oscuridad de ver todo de forma catastrófica.

Una mañana de un frío Enero un joven compró unos bonitos zapatos, de esos bien calentitos. Enseguida se los calzó y salió a la calle, respiró el aire fresco y sonrió. De camino al trabajo perdió el autobús, pero no se preocupó y fue andando para hacer ejercicio, pero al pasar cerca de un charco un coche le salpicó llenando de barro toda su ropa. Estaba empapado pero siguió caminando pensando en lo bien que se sentiría al estar sequito y limpio. Así continuó a la largo de su vida y consiguió, a pesar de los obstáculos y dificultades, llevar una vida bonita llena de amigos y de amor y de felicidad, pues su carácter alegre y positivo siempre le ayudaron a superar los problemas y a tomar cada reto como una meta a conseguir.

Por el contrario en su misma calle vivió un señor que estaba siempre deprimido e irritable, nunca consiguió nada bueno en su camino, o eso le parecía a él, y poco a poco, fue olvidando que el único objetivo de la vida es vivirla, disfrutarla y compartirla con aquellos que te quieren y así, sumergido en la pasividad y la frustración, fue quedándose sólo y envejeció. El pobre hombre llevaba en sus pies los zapatos del pesimismo.

Al final, cuando los dos vecinos se encontraron de viejecitos, los duendes les contaron el secreto de los zapatos. El hombre pesimista al enterarse del secreto se irritó muchisimo y gritó tanto que sus voces retumbaron en el bosque. Uno de los duendes al oír los gritos de rabia se acercó al hombre pesimista y le dijo:

Nuestros zapatos son mágicos y favorecen una actitud alegre y positiva o la contraria, pero tú y sólo tú tienes el poder de elegir que zapatos deseas llevar, podías haberte puesto otros. Tú y sólo tú has desperdiciado cada momento de tu vida lamentándote y con preocupaciones inútiles. Ahora te arrepientes y nos culpas a los duendes, cuando en el fondo eres tu único enemigo.

Por eso no os convirtáis en ese hombre pesimista. Aprovechad cada minuto y sonreidle a la vida para que, llegado el momento nuestros logros y buenos recuerdos sean más pesados que las cosas malas.

Esa misma noche le conté este cuento a mi hija Lucía de 6 años. Me dio la impresión de que no le había gustado mucho. Pero después de unos días, cuando trataba de convencerla para que se abrigase por si el tiempo se nublaba, me preguntó: Papa ¿qué zapatos llevas puestos?. Me emocionó y decidí subir algo más para seguir trabajando el optimismo con mis alumnos. Pues bien, lo mejor que he encontrado es Borges:

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares a donde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios...Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a viajar, viajaría más liviano, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños....Pero ya ven, tengo 85 años y sé que me estoy muriendo (Instantes, J.L. Borges)

2 comentarios

Vicenta Mata -

Hola Jesús Carlos: Espero que sepas quien soy. No conocía tu página pero me ha encantado. Pienso copiarte descaradamente algunas ideas para mis clases de Psicología. Besos y hasta pronto.

Begoña -

Hola Jesús:
Primero, gracias por la visita, me ha encantado verte por uno de los rincones que en compañía de mis alumnos creamos el curso pasado.
Segundo, veo que el trabajo por tu parte es mucho en este interesante espacio, prometo revisarlo con detenimiento y participar activamente en él. Me encantará compartir contigo y los visitantes que se acerquen por aquí, vivencias y opinión.
Este curso estoy en el IESO de La Parra (centro de nueva creación), si puedo ayudarte en algo, no dudes en decírmelo. Saludos, seguimos en contacto.